El Club - Cordero de Dios

Tras su paso por los festivales de Berlín (donde ganó el Gran Premio del Jurado), Toronto y San Sebastián, llega a nuestros cines la esperada cinta de chilena dirigida por Pablo Larraín, 'El Club'. Cuatro curas viven apartados en una casa en un tranquilo pueblo costero vigilados por una supervisora para purgar sus pecados. La rutina y la calma a la que se han acostumbrado se rompe con la llegada de un quinto y atormentado sacerdote que hará que revivan el pasado que creían haber dejado atrás.

El Club es una de las películas más perturbadoras e incómodas del cine reciente. Un tema tabú como la pederastia y la iglesia, está tratado con una inteligencia y con una valentía desarmantes. Desde el principio Larraín nos induce en esta lúgubre casa, y nos mostrará la rutina, los paseos por la playa, las comidas y las conversaciones de estos atormentados y diabólicos personajes. Todo ello bajo una atmósfera subyugante, que se apoya en una fotografía translúcida y gris en la que predomina el uso de grandes angulares. Los primeros planos son especialmente llamativos. 
Según la película avanza, sabemos que no podemos escapar del terrible mundo al que nos ha sometido Larraín y que vamos a pasar 100 minutos completamente sumidos en las vivencias de estos despreciables seres. Por momentos resulta muy dura y desagradable pero también hasta divertida, con ligeros toques de humor negro. Además de la maestría y madurez que demuestra el chileno como cineasta, es imprescindible destacar la labor del impresionante elenco de actores. Todos están extraordinarios, añaden a sus personajes una doble moralidad que está fantásticamente retratada, no solo porque el guión sea brillante, sino gracias a sus capacidades interpretativas. 

Y si durante toda la película hemos estado atónitos ante lo que se nos está contando, Larraín se marca una última media hora espectacular. Hace que se te pongan los pelos de punta en numerosos momentos. Cabe destacar una conversación al final de la película que mantienen los personajes de Roberto Farias y Marcelo Alonso, que es una magnífica lección de cine.
El Club tiene un guión, una dirección, unas interpretaciones y una fotografía prodigiosas. Es la crítica más brutal, inteligente y necesaria a la Iglesia que he visto nunca en una película. Sin ninguna duda, una de las mejores películas del año.
8/10

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