Green Room - Claustrofobia

Tras una larga y poco exitosa gira, una banda de punk rock —The Ain’t Rights— es inesperadamente contratada para tocar en un desconocido club situado en un perdido paraje boscoso de Oregón. Lo que debería haber sido solamente un concierto en un local de tercera categoría, se convierte en una angustiosa y claustrofóbica pesadilla al toparse el grupo, entre bastidores, con un horrible acto de violencia.

La tercera película de Jeremy Saulnier vuelve a situarle como una de las grandes promesas del thriller independiente americano. Esta vez, a diferencia de su anterior trabajo -Blue Ruin-, donde reinaba por encima de todo la contención, se trata de un ejercicio de intriga y violencia explícita, quizá más convencional que su predecesora. Sin embargo, 'Green Room' no deja de ser un filme personal, en el que Saulnier muestra su innegable talento a la hora de representar atmósferas turbias y asfixiantes. Gracias a su admirable capacidad para generar intriga, consigue un thriller tenso y sumamente entretenido. 
Es cierto que no es demasiado original, pero la manera en la que está contada y la labor de dirección son notables, y logran una experiencia de lo más divertida y estimulante para cualquier espectador. 
El problema más importante que tiene 'Green Room' es que no siempre sabe calcular la tensión de manera equilibrada, ya que a algunos tramos se les exige algo más de garra, pero afortunadamente, cuando la película se recupera de estos pequeños baches, lo hace de forma irresistible. 

El reparto es otro de los grandes aciertos, aunque haya actores que destaquen bastante y ensombrezcan la labor de otros. Se habla mucho de la gran interpretación de Patrick Stewart como el jefe de un club neonazi, y en efecto, está memorable. En cambio, si tuviera que destacar a alguien sería a Imogen Poots, que interpreta al personaje más interesante y con más matices de la película, y al que ella aporta verosimilitud y gracia. Anton Yelchin, el protagonista, no alcanza el nivel de la mayoría de sus compañeros, pero no se puede decir que realice un mal trabajo. 
A nivel técnico, también es más que aceptable, sabe adaptarse perfectamente a la producción de bajo coste y sacar el máximo partido de sus apartados visuales. Los efectos especiales, que no se ahorran ni un solo detalle de violencia gráfica, y una cuidada fotografía que nos trasporta perfectamente al entorno en el que la película se mueve, son algunas de las mayores virtudes de esta enigmática cinta. 
'Green Room', por encima de todo es entretenimiento, y una película muy digna. Si bien es cierto que hay ciertos momentos que entorpecen ligeramente el ritmo narrativo, no es en absoluto desdeñable. Una buena película de género.
6/10


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