Aliados - Entretenimiento clásico

Año 1942 durante la Segunda Guerra Mundial. Max es un espía del bando aliado que se enamora de Marianne, una compañera francesa, tras una peligrosa misión en el norte de África. La pareja comienza una relación amorosa hasta que a él le notifican que Marianne puede que sea una agente doble que trabaja para los nazis.

Había bastante miedo ante lo que nos podíamos encontrar con 'Aliados', una película que no resultaba a priori en absoluto atractiva, y que parecía la típica película hecha exclusivamente para arrasar en taquilla. Sorprendentemente, no es así, y parece que Zemeckis ha querido ir un paso más allá del mero producto hollywoodiense. Brad Pitt y Marion Cotillard son las estrellas que ha escogido para su particular homenaje/aproximación a las películas del Hollywood clásico. Y no es ninguna casualidad, ya que ambos dan adecuadamente el perfil del cánon de belleza inalcanzable y de la pareja perfecta. Sin embargo, la química que hay entre ellos es totalmente escasa, y probablemente consciente de ello, no comparten demasiados planos. Sin duda es Cotillard la que está mejor de los dos. Su presencia en pantalla deja a Brad Pitt en un lugar prácticamente insignificante, pues pocas veces ha ofrecido una interpretación tan acartonada e inexpresiva.
Durante la primera hora, todo recuerda a las películas de los grandes estudios americanos de los años cuarenta. Tanto en el artificio de la dirección artística y la fotografía como en la manera de narrar, que funciona admirablemente. Por encima de todos los problemas que tiene -que son unos cuantos- está la habilidad del guionista Steven Knight y del propio Zemeckis de hacer de una historia plagada de tópicos, un entretenimiento más que aceptable. 

La segunda parte, bastante diferenciada de la primera, funciona igualmente en algunos tramos, pero es bastante más irregular. Y es aquí donde las carencias de la película se hacen más evidentes. El desarrollo de los personajes es cuanto menos tosco, y las situaciones que se dan no crean ningún tipo de intriga sobre lo que puede haber sucedido. Pero tal y como he mencionado unas líneas atrás, la inteligencia de sus creadores elevan considerablemente lo que podría ser un absoluto desastre. La dirección de Zemeckis es elegante, sabe crear clima y atmósfera, y algunas secuencias están dotadas de un ritmo muy medido que juega totalmente a favor de la propuesta. 
Los últimos diez minutos, son más difíciles de salvar. La cursilería, el sentimentalismo y el ridículo salen a relucir, pero tampoco se le puede pedir más a una película que mantiene el nivel durante casi dos horas contando lo que cuenta. Como entretenimiento comercial para pasar un rato agradable en el cine cumple su objetivo con creces. En cuanto a cuestiones cinematográficas, ya es mucho más discutible, pero aún así no es ni mucho menos la catástrofe que parecía.

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