Las furias - Tragedia griega

Marga, una mujer de casi setenta años, anuncia a sus tres hijos que quiere vender la casa de verano familiar para luego emprender un largo y misterioso viaje. Los invita a pasarse por allí lo antes posible para elegir muebles, enseres o recuerdos que quieran conservar antes de que la venta se lleve a cabo. Héctor, el hermano mayor, propone aprovechar el mismo fin de semana en el que deshagan la casa entre todos para celebrar en familia su boda con la mujer con la que lleva más de quince años viviendo, y de la que todos esperaban que se separara. 

La primera película de Miguel del Arco (así aparece en los créditos) supone un interesante experimento en el que se produce una simbiosis entre teatro y cine. Es de agradecer que nuestro cine se atreva con propuestas tan diferentes como estas. Desde los primeros compases de la película, esa mencionada carga teatral esta presente. El inquietante comienzo, emulando un vídeo casero ya nos orienta al tono más bien elevado que adquirirá toda la obra. 
Si bien, es verdad que no siempre las buenas intenciones y el innovar dan lugar a una buena película, o incluso a algo interesante. Es este el caso de 'Las furias', un filme que no sabe medir su tono ni jugar bien sus cartas. La opera prima de Miguel del Arco se presenta como una película coral, en la que la protagonista es la Familia como ente y no ningún miembro en particular. Son muchos los dramas familiares los que nos ha narrado el séptimo arte, y de muchos tipos. En la película que nos ocupa, la familia se representa como una cárcel de la que no puedes escapar por mucho que lo intentes. Y así está reflejado en cada uno de los conflictos que tienen sus miembros. 

El problema, es la falta de sutileza y de precisión narrativa. Del Arco propone ideas visuales que utiliza para enfatizar y subrayar innecesariamente los conflictos, logrando que la histeria se apodere de la narración. La estructura de tragedia griega no funciona precisamente por esa insoportable manía de situar al espectador y a sus propios personajes al borde del precipicio incluso cuando no hace falta. Es por esto que pese a su tono grave y profundo, a veces sea imposible tomarse en serio 'Las furias'. 
Ni siquiera rodearse de un reparto de lujo consigue evitar que este barco se hunda. La mayoría de ellos pocas veces han estado peor. Especialmente alarmantes las intervenciones de Bárbara Lennie y José Sacristán, que pese a sus respectivos talentos, aquí son incapaces de trasmitir un ápice de verosimilitud. La que peor parada sale es Macarena Sanz en la que es su primera interpretación en una película, a la que no ayuda un personaje tan histérico como mal construido. En cambio, Carmen Machi y Emma Suárez son las que más partido pueden sacar de sus personajes.
'Las furias' es una película con buenas intenciones, pero fallida. Su excesivo metraje y una impostada grandilocuencia, hacen que caiga inevitable e involuntariamente en el ridículo.

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