Fences - Teatro



Con cuatro nominaciones a los Oscar, Fences se postula como uno de los títulos más importantes de la temporada de premios. Dirigida por Denzel Washington y basada en la famosa obra de teatro de August Wilson, ganadora de un premio Pulitzer, se sitúa en los años 50 para contar la historia de un padre que lucha contra los prejuicios raciales de la época y contra sus propios demonios mientras intenta sacar adelante a su familia. 
En todo momento, la película decide ser totalmente teatral, tanto en las interpretaciones de los actores como en la puesta en escena, dejando de lado cualquier virtud cinematográfica que pudiera existir. La labor de dirección de Denzel Washington consiste básicamente en trasladar de forma casi literal cada pieza de la obra de teatro, hasta llegar a un punto en el que no sabes si realmente estás viendo una película. Esto es, sin duda, una clara muestra de que lo que funciona para un medio no tiene que hacerlo para otro. Por ello, Washington fracasa estrepitosamente a la hora de "adaptar" este libreto, olvidándose del partido que se puede sacar con la cámara. En determinados momentos intenta acercarse a lo cinematográfico a través de planos subjetivos de lo más desafortunados, que evidencian la nula capacidad del director para expresar algo con su propuesta, así que no se sabe qué es peor, si el estatismo cómodo o el desastroso riesgo.

El guion, está poblado de diálogos interminables, que probablemente, en su medio natural funcionasen de maravilla, pero en pantalla no se da ese caso. La continua verborrea junto con las deficiencias de la puesta en escena hacen de 'Fences' una adaptación farragosa y pesadísima, que sencillamente, se hace eterna. La torpe narración avanza a trompicones, arrastrando al espectador hacia el más profundo tedio, hasta llegar a un final en el que el ridículo se convierte en protagonista cuando debería serlo el terrible destino de sus protagonistas. 
Quizá el aspecto más destacado de la cinta sean las interpretaciones, que aun igual de teatrales que el resto de apartados, sí que trascienden más, probablemente a causa de que los actores están curtidos tras las cámaras. Al frente y como máximo protagonista está Denzel Washington, quien ha decidido apropiarse al completo de su obra. Uno de sus pocos aciertos, puede que resida en querer ser él mismo quien lo interprete, pues pese a que en ocasiones se exceda en griteríos, su interpretación es aceptable (y fácil, también). En cambio, es Viola Davis quien crea el personaje más complejo de la cinta y quien destaca muy por encima de todo lo demás. Con un par de monólogos muy "Oscar-clip", lo tiene todo para hacerse con su ansiada estatuilla, y no podremos decir que inmerecidamente. 
Por lo demás, Fences es una película que no consigue nada de lo que se propone. Su retrato de la comunidad afroamericana de los años 50 se queda muy pobre; los personajes son más planos de lo que parecen; y el tono elevado e histérico no solo no ayuda, sino que resulta todo un lastre. 

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