Paraíso - Salida


El director ruso Andrei Konchalovsky presentó en el pasado Festival de Venecia, 'Paraíso', la última película de su extensa filmografía, que acabó consiguiendo el premio a la mejor dirección (exaequo con el excelente trabajo de Amat Escalante en 'La región salvaje'). La película retrata el horror de la segunda guerra mundial mediante tres personajes cuyas vidas se entrecruzan en este contexto. Olga, una aristócrata rusa miembro de la Resistencia francesa; Jules, un francés convertido en un corrupto funcionario nazi sin escrúpulos; y Helmut, miembro de la alta familia alemana que trabaja como oficial de las SS, quien ejerce su poder sin tener en consideración las consecuencias morales. 
Konchalovsky propone en su ambicioso proyecto un acercamiento particular e interesante a un tema retratado en miles de ocasiones, que aun a día de hoy sigue estando muy presente. A través de una suerte de entrevistas a los tres personajes, compone un desgarrador y doloroso relato de ambas partes de la guerra: víctimas y agresores. La parte más lograda, y de mayor calado dramático es la de Olga, que es detenida y encarcelada por los nazis por ocultar a dos niños judíos, y entablará contacto con Jules porque será él quien investigue su caso. La actriz Yuliya Vysotskaya, en una actuación sublime, construye un personaje complejo marcado por el dolor.


La película, filmada en un cuidado blanco y negro, y una puesta en escena en la que priman los planos fijos (atención a un especial uso de los contrapicados), capta de forma veraz el reflejo de una época en la que el hombre socialmente privilegiado se sentía poderoso, capaz de dominar el mundo -se menciona por parte de los nazis al superhombre del que hablaba Nietzsche- mientras que la mayor parte de la población no era aceptada y era torturada y maltratada sin ningún tipo de moral. Konchalovsky recrea los campos de concentración con extrema verosimilitud -y por ello, dureza, claro- y consigue transportarnos allí, al mismo infierno. 
Todos los protagonistas en 'Paraíso' buscan salir de su realidad, de su infierno personal, incluso Helmut, el oficial de las SS, aunque el suyo sea muy diferente al que sufre Olga. El cineasta pone su mirada en esa aspiración a huir como sea, y filma secuencias que impactan por su poderío visual y su impecable dominio narrativo. 
La salida que propone Konchalovsky al final puede ser tachada de edulcorada -nunca sensiblera-, pero con todo, es una arriesgada elección nada desdeñable. 

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